Han pasado veinte años desde que el
Western State Hospital cerró sus puertas y sus últimos pacientes se
reintegraron a la sociedad. Francis Petrel tenía poco más de veinte años
cuando su familia lo recluyó en el psiquiátrico tras una conducta imprevisible
que culminó en una crisis. Ahora, alcanzada la mediana edad, lleva una vida sin
rumbo y solitaria, alojado en un piso barato y permanentemente medicado para
acallar el coro de voces en su cabeza. Pero un reencuentro en los terrenos de
la clausurada institución remueve algo profundo en la mente agitada de Francis:
unos recuerdos sombríos, que él creía haber enterrado, sobre los truculentos
hechos que condujeron al cierre del Western State Hospital, y el asesinato sin
resolver de una joven enfermera, cuyo cadáver mutilado fue encontrado una noche
después del cierre de las luces.
Aunque la policía sospechó de un paciente, los internos siempre hablaron de un
“ángel” y el crimen quedó sin resolver. Sólo ahora, con la reaparición del
asesino, se conocerá la respuesta.
Éste es uno de esos libros de
Katzenbach que desde hace mucho tiempo andaba queriendo leer. La verdad, no me
decepcionó para nada. Cumplió con todas mis expectativas.
No me voy a detallar mucho en la manera de escribir del autor, porque sólo me
salen los calificativos: “Increíble”, “extraordinario”, “maravilloso”. Pero sí
cabe mencionar que este libro en particular se sale bastante de la línea de
escritura de Katzenbach de todos los que he leído de él. Porque en esta
ocasión, el narrador nos cuenta algo qué pasó años atrás además de alguno que
otro hecho que sí pasa en tiempo presente. Y esos giros en el tiempo me
gustaron muchísimo.
Los personajes me encantaron. Sobre todos; los internos. Están muy bien
caracterizados y a veces me hacían reír. Totalmente recomendado.
Una novela en la cual no te esperas que pase lo peor. Hasta que pasa.
Puntuación: ★★★★★
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